Ellas nunca van caminar solas
El Movimiento de las Mujeres Yarang, del Territorio Indígena de Xingu (Mato Grosso-Brasil), celebra 10 años de trabajo recolectando semillas para la restauración de bosques en las cuencas de los Ríos Xingu y Araguaia.
Por Roberto Almeida, periodista del Instituto Socioambiental (ISA)
Fotos: Carol Quintanilha/ISA
Vídeo: Fernanda Ligabue/ISA
Traducción: Javiera Silva Ábalos/Revista 795
Publicado originalmente en mayo/2019.
Mujeres y jóvenes salen en fileras para caminar por la aldea Arayó. Llevan en sus brazos cestas, machetes, beijus, agua, niños pequeños. El paso es tranquilo, apuro para qué, a pesar del sol de fin de mayo tostando el polvo de la pista de aterrizaje del polo Pavuru, Territorio Indígena de Xingu (MT).
La conversación entre ellas es constante. El asunto: semillas.
Cuáles vamos recolectar? Dónde? Un sendero a la izquierda y la selva se cierra, abriendo grietas solamente para los campos de yuca, cercados contra el ataque de puercos salvajes. Por allí estaba la antigua aldea Moygu, abandonada en 2011. Pequizeiros enormes vibran con la brisa en la luz de la mañana.
La mitad del camino recorrido y una niña apunta para un pequeño hoyo en el sendero. En un instante, ella trae, grande y potente, una hormiga cortadora que parece aturdida entre sus dedos. En la lengua Ikpeng, una Yarang.
Los Ikpeng son un pueblo de lengua Karib que vive en el Territorio Indígena de Xingu (MT). Según el último censo (2014), eran en total 477 personas.
Yarang es símbolo y nombre del movimiento de mujeres Ikpeng que, hace 10 años, recolecta semillas para reforestar las nacientes de los ríos Xingu y Araguaia, en Mato Grosso, y donde el blanco más ha deforestado en el Cerrado y en la Amazonia.
Enfrente a paso firme, hormiga cortadora de vuelta en la tierra, las Yarang buscan en este trecho específico de selva semillas de jatobá, leiteiro, carvoeiro, cafezinho do pasto, mamoninha, lobeira y otras decenas de especies.
En una parada repentina, todas se sientan en el piso. Con las manos o con los machetes, comienzan a limpiar camadas de hojas secas para descubrir muricis-da-mata, casi invisibles de tan pequeñitos. La dinámica cambia. Ahora es hora de recolectar.
Mujeres, jóvenes, niños y niñas conversan, ríen, juegan, bajo la sombra del muricizeiro. Recogen las pequeñas frutas amarillas y agridulces, chupan la pulpa con caras contentas y ponen las semillas en las cestas, con cuidado.
“El movimiento de las mujeres es un conjunto”, reflexiona Koré Ikpeng, líder Yarang de la aldea Arayó. “Invité a todas las Yarang para recolectar semillas, nos bañamos temprano y vinimos. Vinimos para conversar, intercambiar ideas. Es una actividad colectiva, de unión de las mujeres.”
“Nosotras incentivamos, enseñamos el conocimiento sobre las semillas para los jóvenes”, continúa. “Y no son solo las niñas que trabajan. Los niños también. Mis nietos están ahí. Nosotras orientamos, nosotras invitamos, ellos van aprendiendo.”
Veloz como las hormigas cortadoras, el grupo termina la jornada con cestas llenas en menos de una hora. Ahora es hora de volver.
Llega a su fin más una cosecha entre tantas que, a lo largo de 10 años, ha totalizado 3.2 toneladas de semillas forestales y han generado R$105 mil en renta directa para las 65 mujeres que participan del Movimiento de las Mujeres Yarang, que es parte de la Asociación Rede de Sementes do Xingu (ARSX).
Trabajo duro de mujeres fuertes que ya resultó en una plantación aproximada de 1 millón de árboles.
Vea el video que cuenta esta historia:
‘Mujeres fuertes, que honran sus compromisos’
Primer día de fiesta, 24 de mayo, y el tiempo se cierra rápidamente, con lluvia fuerte. Magaró Ikpeng, líder Yarang de la aldea Moygu, explica: es la llegada del espíritu que acompaña a las mujeres en la recolección de semillas.
Las comitivas Wauja, Kawaiweté, Matipu, todas del Territorio Indígena de Xingu, y Xavante, de la Tierra Indígena Pimentel Barbosa (MT), son recibidas por el aguacero, así como los recolectores de semillas de los asentamientos de Bordolândia, São Félix do Araguaia e Canabrava do Norte (MT).
Más de 150 personas estuvieron presentes en la fiesta de 10 años del Movimiento de las Mujeres Yarang. En total, 43 jóvenes Ikpeng trabajaron en la producción del evento, entre cocina, transporte y limpieza de la aldea.
El mïnge (leese menhê), Casa de los Hombres en el centro de la aldea Moygu, es ocupado por la fuerza de las Yarang, sus palabras potentes y sus cantos. Con micrófono en la mano, líderes de dentro y de fuera del Territorio Indígena de Xingu exaltan la forma de trabajar de las mujeres, y la honestidad para cumplir (o no) la entrega prevista de semillas.
“Nosotras somos así. Tenemos que ponernos de acuerdo, tenemos que hacer, tenemos que entregar. Si nosotras encontramos dificultades, avisamos. Cuando no se puede, no se puede. Lo que esté a nuestro alcance, vamos a hacer lo máximo posible para cumplir nuestra palabra”, dice Makawa Ikpeng, líder Yarang de la aldea Moygu.
“Nos gusta hablar de las semillas. Nosotras no esperamos a nadie decirnos algo para comenzar a hacer. Nosotras, mujeres Ikpeng, somos de un grupo. Somos un movimiento. Estamos en movimiento”, complementa Koré Ikpeng.
“El hecho es que son mujeres fuertes, que honran sus compromisos”, explica Bruna Dayanna Ferreira de Souza, diretora de la Asociación Rede de Sementes do Xingu, que administra y comercializa las semillas recolectadas por el Movimiento de las Mujeres Yarang.
Con Magaró, Makawa y Koré al frente, las Yarang son motivo de orgullo en la aldea y fuera de ella, entre hombres y mujeres. “Mis hijas están recolectando semillas para plantar y recuperar lo que está destruido en nuestro territorio”, afirma el cacique Kampot Ikpeng. “Necesitamos unirnos. Hoy somos parientes, compañeros, y el bosque depende de nosotros”, continua.
Watatakalu Yawalapiti, coordinadora del departamento de mujeres de la Asociación Terra Indígena Xingu (Atix), refuerza: “Sea con la comercialización de semillas, artesanía, ají, sal de aguapé o pequí, el objetivo es el fortalecimiento de las mujeres”.
‘Nuestro esfuerzo está brotando’
Si hay una historia que a Magaró Ikpeng le gusta contar es su participación en la 3ª Expedição da Restauração Ecológica e da Rede de Sementes, realizada en octubre de 2018.
Indígenas, agricultores familiares, productores rurales, investigadores, representantes del gobierno, de empresas y de organizaciones del tercer sector recorrieron más de mil kilómetros en el nordeste de Mato Grosso y vieron el camino de las semillas, desde la cosecha hasta las áreas reforestadas en propiedades rurales de la región.
Magaró estuvo ahí. Fue la primera Yarang a dejar su aldea en el Territorio Indígena de Xingu para ver con sus propios ojos los resultados del trabajo de sus compañeras de cosecha. Antes, la idea de “plantar bosque” era extraña. Ahora, no más.
“Nuestro esfuerzo todo está brotando”, resume la líder Yarang. “Ellos reforestan las nacientes de los ríos. Quedé emocionada al ver el fruto del trabajo. Necesito caminar más para conocer todo. Nosotras estamos cosechando y las personas están plantando”, cuenta.
Existen más de 22.500 nacientes en las cabeceras del río Xingu. Aproximadamente 150 mil hectáreas de selva al borde del río están degradadas.
“Usted sólo irá valorizar el bosque cuando mirar para él como algo bueno. Si no tiene sentido, no le vas a dar valor. El bosque ofrece abrigo, plantios, caza. Yo sueño en ofrecer a mis nietos y nietas lo que yo tengo ahora, y que en el futuro ellos no pierdan esta riqueza”, continúa Magaró.
La idea de que “blancos destruyen”, aún continúa firme. El trabajo del Movimiento de las Mujeres Yarang es un respiro en medio a la devastación que corroe lo que resta del bosque. En los últimos 10 años, más de 1 millón de hectáreas fueron deforestadas en la bacía del río Xingu.
Como contrapeso, la Asociación Rede de Sementes do Xingu promovió en más de 10 años la recuperación de casi seis mil hectáreas de áreas degradadas en la bacía del Xingu y Araguaia y otras regiones del Cerrado y Amazonia. Para esto, fueron utilizadas más de 220 toneladas de semillas de 220 especies nativas.
Las Yarang contribuyen con este trabajo desde el inicio. Y quieren hacer más, con la ayuda de los hombres y de la juventud Ikpeng.
Las hormigas y los murciélagos
Yarang, en Ikpeng, quiere decir hormiga cortadora. Rere quiere decir murciélago. La opción del nombre del movimiento de las mujeres quedó entre estas dos posibilidades hasta que Airé Ikpeng, líder antigua de la comunidad, decidió adquirir Yarang como nombre oficial. Así nació el Movimiento de las Mujeres Yarang.
Los hombres Ikpeng no quisieron quedar atrás y luego adquirieron el murciélago, Rere, para denominar el propio grupo, el grupo masculino.
Desde entonces, las posturas de hormigas y murciélagos, mujeres y hombres Ikpeng, parecen ser complementarias en la división del trabajo y en las decisiones sobre el uso del dinero que proviene de la venta de las semillas forestales.
Wakunapu Wauja, pajé de la aldea Moygu y marido de Magaró Ikpeng, explica cómo las decisiones son tomadas en su familia.
“Cuando viene el pago, mi mujer pregunta qué podemos hacer con el dinero. Yo le digo que es ella quien debe decidir. Si debemos comprar ollas, hamaca u otras cosas. Ella entrega el dinero para nuestros hijos, porque ellos lo saben usar para hacer compras en la ciudad”, afirma.
Como pajé, Wakunapu desempeña otro papel en la recolección de semillas: el de guardián espiritual del trabajo de las Yarang.
“Los árboles y las semillas tienen espíritu. Cuando un grupo de recolectoras va trabajar, yo voy como guardián para conversar con los espíritus para decirles que no queremos hacerles mal a ellos”, detalla el pajé. “Así, los espíritus permiten que nosotros trabajemos con ellos. Les pedimos permiso. Por eso, las mujeres que trabajan en la cosecha no se enferman”, explica.
De la misma manera, Arinka Ikpeng, marido de Yawala Ikpeng, otra recolectora Yarang, dice que le gusta ayudar. En sus salidas para cazar y pescar, él, conocedor de la selva, ayuda a identificar nuevas áreas de cosecha de semillas. “Tengo conocimiento del bosque, sé cuando ocurre la floración y fructificación. Y me gusta ayudar a recolectar”, afirma.
Con la renta generada con la venta de las semillas, las Yarang ya compraron un barco, una bicicleta con carretilla, una cocina, un tratamiento dental, exámenes médicos y objetos para el día a día en las aldeas.
Aunque los hombres Ikpeng reclaman alguna autoría en la cosecha de las semillas, las Yarang inmediatamente se posicionan. “Los hombres comenzaron el trabajo [con las semillas], pero no tenían la habilidad de recolectar y beneficiar a las semillas. Los hombres não conseguían”, recuerda Magaró.
Según ella, todos sus gastos realizados con la renta de las semillas son planeados en familia. Y la mayor parte va para objetos de uso colectivo para aumentar la productividad. “Yo no compro cosa pequeña”, dice. “Compré un barco, porque todos vamos a aprovecharlo. La cosecha la hacemos lejos, y necesitamos ir de barco.”
“Cuando hay floración de los árboles, nosotros limpiamos el entorno. Voy con mi marido y ya mapeamos los puntos de recolección. Así, ya sabemos donde van a caer las frutas y vamos cosechar”, relata.
La planificación financiera también está presente en otras familias del Movimiento de las Mujeres Yarang. “Es un gasto planificado. A cada año nos proponemos una meta. Si vamos a comprar una cosa, cuando llega el dinero compramos lo que estaba acordado”, explica Makawa Ikpeng.
Sus compras, por ejemplo, fueron desde una cocina hasta una nueva dentadura — con mantenimiento — pasando por una bicicleta con carretilla para transportar productos desde el plantío hasta la aldea.
Cantar, beneficiar, almacenar
Vamos convidar as pessoas para ver nosso plantio
Venham ver nosso plantio
Sempre animadas, as mais adoradas
Arayó
Venham ver nosso plantioCanto de trabajo del Movimiento de las Mujeres Yarang
Después de una hora de cosecha, con sus cestas llenas de semillas de murici-da-mata, el destino final del grupo de recolectoras liderado por Koré Ikpeng es la Casa de Semillas del Movimiento de las Mujeres Yarang, en el polo Pavuru, entre las aldeas Arayó y Moygu.
Allí, ellas usan un colador para terminar de beneficiar a las semillas, que serán secadas al sol y almacenadas hasta la llegada de los próximos pedidos de los productores rurales.
Cuando llegan los pedidos, las semillas son enviadas para que el plantio sea realizado con una muvuca, técnica que consiste en una mezcla de semillas nativas y adubo verde para la formación de la estructura del bosque.
Para Koré Ikpeng, y para todos los otros 567 recolectores que hacen parte de la Rede de Sementes do Xingu, la actividad sólo tiene sentido con la unión de las Yarang, de los pueblos indígenas, de los extractivistas, de los asentados y de los recolectores urbanos.
“Usted nunca irá encontrar Yarang sola. Estamos siempre juntas. Como vamos a ser Yarang y andas solas? El nombre lo dice todo: es un movimiento de hormigas. Como líder creo muy importante esta unión. Si yo fuese recolectar sola, estaría triste”, afirma.
Después de la fiesta de 10 años del Movimiento de las Mujeres Yarang, con tanta gente de afuera abrazando este trabajo, es difícil imaginar que un día las Yarang caminen solas. Quien entiende el valor de la unión y de los bosques no lo irá permitir.